Claro, aquí tienes una versión reducida del cuento “La Reina de las Nieves” de Hans Christian Andersen:
En una fría noche de invierno, los copos de nieve caían del cielo mientras dos amigos, Gerda y Kay, jugaban juntos. Un día, un espejo mágico creado por el Diablo se rompió en mil pedazos y cada fragmento cayó alrededor del mundo, trayendo consigo la maldad y la desdicha. Uno de esos fragmentos llegó a los ojos y al corazón de Kay, volviéndolo frío y cruel.
Un invierno, la Reina de las Nieves raptó a Kay y lo llevó a su gélido palacio en el norte. Gerda, desesperada por encontrar a su amigo, emprendió un valiente viaje para rescatarlo. A lo largo de su travesía, Gerda se encontró con varios personajes que la ayudaron en su búsqueda, incluyendo a una anciana sabia y a una banda de cuervos.


Finalmente, Gerda llegó al palacio de la Reina de las Nieves. Allí, encontró a Kay atrapado en un bloque de hielo. Llorando y declarando su amor por él, sus lágrimas cayeron sobre el corazón de Kay, descongelándolo y devolviéndole su bondad y calidez. Juntos, Gerda y Kay escaparon de la Reina de las Nieves y regresaron a casa.
El amor y la amistad de Gerda y Kay prevalecieron sobre la maldad de la Reina de las Nieves. Gerda descubrió que el amor verdadero puede derretir incluso el hielo más frío y que la fuerza de la amistad puede superar cualquier obstáculo.
Desde ese día, Gerda y Kay vivieron felices y recordaron siempre la valentía y el amor que los había unido. El espejo mágico nunca más tuvo poder sobre ellos, y la bondad y la alegría llenaron sus corazones para siempre.
Así concluye el cuento de “La Reina de las Nieves”, una historia que nos enseña la importancia del amor, la amistad y la valentía en la lucha contra la oscuridad y la adversidad.