El cuento del Minotauro es uno de los grandes clásicos de la mitología griega. Por esta historia pasan el brillante inventor Dédalo, el héroe Teseo, el malvado rey Minos y su astuta hija Ariadna.
El concepto del laberinto, o el interminable laberinto subterráneo, también se origina en este cuento. Como con toda la mitología griega y el folklore que viene de la antigüedad, no hay una versión “correcta” de la historia. Sólo hay una mezcla de versiones, transmitida durante miles de años en decenas de idiomas.
Sin embargo, todos los narradores de este cuento coinciden en los amplios detalles de los acontecimientos ocurridos en la nación isleña de Creta hace mucho, mucho tiempo.
Aviso: En esta adaptación del minotauro se ha tratado de minimizar aspectos violentos de cara a una posible lectura a niños y niñas, pero es inevitable trasladar escenas impactantes dada la naturaleza violenta del propio relato.
La Leyenda del Minotauro
La historia dice que un día la esposa del malvado rey Minos dio a luz a un hijo. Pero el hijo nació horriblemente deformado, con una cabeza tan maltrecha que parecía la cabeza de un animal.
Convencido de que su esposa había estado con un toro o algún otro animal, el rey Minos enloqueció y asesinó a la madre de su hijo.
Puesto que no podía matar al bebé, tampoco podía admitir que era su hijo, y no podía soportar verlo, el Rey decidió poner al niño en algún lugar que nadie lo viera jamás.
Pero el niño no era un niño ordinario, así como el legendario rey Minos no era un rey ordinario. El niño era enorme, sobrenaturalmente poderoso, sanguinario y voraz. Fue creciendo, cobrando un tamaño desmesurado y comenzó a infligir depredaciones horribles sobre la gente de Creta. A aquel monstruo con cabeza de toro se conoció como el Minotauro. El monstruo no podía ni siquiera contenerse dentro de una prisión, tanto por su enorme fuerza como porque los carceleros podían verlo.
Buscando una solución, el rey Minos se dirigió al hombre más brillante de su época, el famoso inventor Dédalo. Este es el mismo inventor que más tarde entraría en la mitología griega con su hijo Ícaro y su intento por huir de la isla. Pero en este tiempo Dédalo no tenía conocimiento de la traición del rey Minos, por lo que hizo su promesa y construyó una prisión de la que nadie podría escapar. Dédalo construyó el laberinto para encerrar al Minotauro.
El laberinto del Minotauro
Dédalo había diseñado un laberinto subterráneo que se volvía hacia sí mismo, retorcido, que divergía cuando menos se esperaba y ocultaba todos los medios de salida con los trucos más astutos que el genio de Dédalo podía inventar.
Lo construyó en lo profundo de las rocas debajode la ciudad, y cuando terminó encerraron al Minotauro en su interior. Luego alimentaron al monstruo con los prisioneros del rey. Cada vez que alguien incurría en un delito se le introducía en el laberinto. Rápidamente se desorientaban y el Minotauro los devoraba. Las cosas continuaron así durante años, se acumulaban los huesos como ruinas del laberinto.
Entonces apareció el joven Teseo, un guerrero de la cercana ciudad-estado de Atenas, quien fue condenado a morir en las fosas del Minotauro. En lugar de ir a su destino, él conspiró con la hija del rey Minos, Ariadna, para matar al minotauro y acabar con el peligro que acechaba bajo la ciudad.
Ariadna le trajo dos cosas que necesitaba para completar su búsqueda: una espada y una bola de hilo. El ovillo de hilo le serviría para que, una vez que matara al Minotauro en el corazón del Laberinto, pudiera encontrar su salida otra vez.
![La leyenda del Minotauro, el laberinto de Creta y Teseo](https://paislejano.com/wp-content/uploads/2023/10/El-Mito-del-Minotauro-el-laberinto-de-creta-teseo-ilustrado-por-Edward_Burne-Jones-980x1024.jpeg)
Teseo entró en el laberinto e iba soltando el hilo de Ariadna. Siguiendo los gruñidos del Minotauro y las pilas de huesos que crecían lentamente, se dirigió al centro del laberinto donde se enfrentó y dio muerte al Minotauro. Teseo siguió fue recogiendo el hilo para encontrar la salida del laberinto.